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jueves, 31 de octubre de 2013

EL MITO: Las Agujetas desaparecen tomando agua con azúcar

La aparición de dolor muscular horas después de realizar un ejercicio intenso o prolongado fuera de lo habitual, o tras un período sin realizar ejercicio físico continuado, es una experiencia común entre todos los seres humanos, tanto en deportistas, como en los que no lo son, siendo mucho más desagradable para éstos últimos.

Estas molestias dolorosas se conocen como AGUJETAS, y desde el punto de vista científico se le denominan "dolor muscular postesfuerzo de aparición tardía" (Delayed Honest muscular soreness: DOMS), porque aparecen a partir de las 24 horas después de finalizar el ejercicio y pueden permanecer hasta 7 días, valor que oscila según las características personales, la actividad realizada, la condición física, etc...

Resultan inútiles como tratamiento para disminuir la microlesión que acompaña las agujetas o para acelerar la recuperación: la terapia con láser, ultrasonidos, sensación de frío inmediatamente después del ejercicio, analgésicos, estiramientos antes y/o después del ejercicio excéntrico, acupuntura y masaje. La práctica del estiramiento antes y después de cada sesión de entrenamiento, no parece tener capacidad preventiva del dolor, aunque su utilidad es indiscutible para obtener una mejor adaptación y recuperación del músculo al ejercicio.
Para la prevención de las agujetas, hay que tener en cuenta que, una correcta planificación es la mejor arma (Martín, 1993). Esto quiere decir que si seleccionamos concienzudamente los ejercicios, podemos conseguir que la cantidad de trabajo excéntrico en la sesión de actividad física, sea reducido.
Si nos iniciamos en una práctica de actividad física y queremos reducir las agujetas e incluso evitar que aparezcan, es conveniente, previa consulta con un especialista en Educación Física o Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, diseñar un programa progresivo de acondicionamiento muscular y cardio-respiratorio, donde no predomine la contracción excéntrica.
Así por ejemplo, la actividad acuática, bien utilizando los estilos de natación, o bien actividades acuáticas que integren desplazamientos, arrastres, empujes, tracciones, equilibrios, ejercicios de fuerza, etc., en una piscina poco profunda, nos libra las contracciones excéntricas, ya que el agua sirve de amortiguador. O bien la bicicleta, ya que en esta actividad, al tener que vencer la resistencia que nos ejerce el pedal, la contracción excéntrica desaparece, y se utilizan principalmente contracciones concéntricas. Por ello, una persona no entrenada, tiene muchas más agujetas después de una hora de carrera contínua, que después de una hora de pedaleo (López Calbet, 2000).
Y si optamos por utilizar las escaleras de casa, es conveniente hacer la subida andando y bajar en un ascensor, si éste existe.
Poco a poco, de forma gradual, la contracción excéntrica irá tomando mayor protagonismo en nuestra actividad y conseguiremos que la sensación de agujetas sea reducida, e incluso que no aparezca.
Todo este proceso no cabe duda, que aplicado al Fútbol Sala de competición, no tiene lugar. Ya que si un deportista durante sus vacaciones, no ha realizado ningún tipo de actividad física, sin lugar a dudas, por muy planificada que esté la pretemporada con su equipo, la aparición de estas agujetas será inevitable, debido a que el ejercicio de entrenamiento para la adaptación al Fútbol Sala requiere de muchos ejercicios de contracción excéntrica.
CONCLUSIONES:
Para que no aparezcan agujetas o como mal menor, que aparezcan en menor cantidad, es imprescindible ir aplicando en nuestras sesiones de entreno y de forma progresiva, ejercicios de contracción excéntrica. Solo la adaptación a este tipo de contracciones será la que ponga fin a las agujetas y por último, finalizar comentando, que numerosos estudios, respecto a ingerir agua con azúcar para eliminar las agujetas, han demostrado que no sirve para nada

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